jueves, 20 de agosto de 2015

SPA



Ella estaba ahí, dispuesta para él, la vio, y su mirada se perdía en cada célula de su cuerpo. 
Él había poseído a tantas otras, las tomaba cuando él quería y como quería,  pero no más de una noche por cada una y después de esa noche nunca más las volvía a ver aunque quisiese. Podía elegir y satisfacerse con cada una, no le importaba si fueran altas, bajas, flacas, gordas, bonitas, feas, blancas, morenas, jóvenes, adultas, maduras, con mucho dinero y con no tanto, con algún cargo o con ninguno, con buena reputación o sin ella, casadas, viudas, divorciadas, con hijos, sin hijos, ateas o religiosas, fuese la que fuese ninguna le decía que no, y entre ellas él se sentía el hombre más afortunado del mundo. 
Pero ella, ¡Oh! ella tenía algo que él no sabia explicar, tal vez era el perfume de su cuerpo, o el carmesí de sus labios... tomó entre sus brazos su cuerpo desnudo y la introdujo con suavidad a la tina, tenia para ella preparada agua con rosas y lavanda, lavó  sus castaños cabellos largos ensortijados con tal suavidad y dedicación como jamás se los habían lavado, y cada rincón de su cuerpo,  color marfil, era frotado con la delicada espuma de su esponja, se exitaba al ver el cuerpo frágil de su amada,(no tenía más de 20 años) la seco y la tomó nuevamente para colocarla en su pieza, seco sus cabellos y perfumo su cuerpo con aceites de rosas champagne lo colocaba de tal forma en sus manos para entibiarlo e ir aplicándolo en su cuello en sus senos endurecidos, e iba contando cada uno de sus lunares que ellos poseían tomaba su tiempo para masajearlos con sublime delicadeza, bajaba por la firmeza de abdomen,y en su sexo se detuvo a saborear la ternura de la inocencia, No había queja ni resistencia alguna, pero sabía bien que solo seria por esa noche y despues pasarían a buscarla como a las otras tantas, así que la hizo suya una y otra y otra vez, sería el primero y con certeza el último, ella fue, en ese corto momento, todas las mujeres que él deseaba tener. Amaneció junto a su amada de turno, había llegado la hora en la que vendrían a buscarla, pero no sin antes dejar de satisfacer su última corrida. 
Cojio aquel corto vestido azul oscuro que estaba dentro de un bolso y se lo colocó,  la peinó, maquilló sus labios de carmesí y calzó sus pies con aquellos zapatos plateados,  ella ya estaba lista, la Cargó y la colocó en  aquella cama bordada de seda blanca que hacía juego con su vestido y sus zapatos. 
-Señor Cornelio, buenos días, ¿está lista mi hija?
-Si señora(cojio su muleta y la invitó a pasar) ella esta lista tal como la quiere usted. 
-Esta linda. 
-Si señora, esta linda, parece dormida, y es que aquí en "Spa del más allá" tratamos a sus muertos como si estuvieran vivos.
-Gracias. 
-Gracias a usted. 




sábado, 1 de agosto de 2015

El Puñal

Marco Antonio cada mañana salía de casa rumbo a su trabajo y después de realizar su faena se dirigía manejando por la carretera hacia su casa; pero ese día no sería uno de tantos.
Esa mañana mientras se dirigía a su hogar, más temprano que de costumbre, por el camino se percató que un carro muy parecido al de su esposa entraba a un motel y grande fue su sorpresa, al dar vuelta, que se trataba de ella misma en compañía de su mejor amigo. En un momento se paralizó, no supo que hacer poco a poco la rabia lo consumía, no quiso entrar a corroborar versiones pues era obvia la escena, puso en marcha su vehículo y muy de prisa con la ira en sus ojos de tan solo imaginar a los dos envueltos en esas sucias sábanas amándose y pensando desde cuanto tiempo atrás le estaban viendo la cara, con esa imagen en su cabeza fue a buscar refugio en un bar, tal era su enfado que ya no sentía que era él, estaba fuera de sitio, estaba desencajado.
Un trago, dos, e iba pensando en la forma de cobrar su venganza... 
tres, cuatro, y ¿si los mato a los dos? La policía pensará que fui consumido por la ira y el alcohol, dirán que no estuve bajo mis cinco sentidos...
cinco, seis, primero la mataré a ella con el puñal que guardo bajo la almohada, llegaré sin decir nada y cuando duerma zaz! justo en el corazón...
siete, ocho, pedía al mesero el trago con más contenido de alcohol que tuviese pues su ira era tal que el trago le parecía agua... 
nueve, diez, es hora de volver.
Llegó a casa ya muy entrada la noche, había tomado hasta no saber de sí, su esposa lo esperaba preocupada pero aliviada con su retorno, se hecho en su cama, y el sueño vino casi de inmediato y entre sueño y sueño recordó la escena, metió la mano y con torpes movimientos empuñó el arma, "esta será mi venganza" - se repetía una y otra vez alzó el puñal y sin ruido alguno lo clavó en el pecho de su esposa con un golpe seco y sin grito alguno... Fue entonces cuando despertó, no sintió ningún signo de resaca, se encontraba transpirando y agitado, y en la oscuridad de la habitación se decía "uf! que alivio! tan sólo fue un sueño, un terrible sueño!!!
Sí y en realidad sólo fue un sueño, el más terrible de los sueños ...
Buscó bajo su almohada el arma y no la halló, fue cuando extrañado de no encontrarla encendió la pequeña lámpara que tenía en su mesa de noche y grande fue su sorpresa que ésta se encontraba clavada en el pecho de su mujer que yacía inerte, víctima de su feroz pesadilla.