sábado, 1 de agosto de 2015

El Puñal

Marco Antonio cada mañana salía de casa rumbo a su trabajo y después de realizar su faena se dirigía manejando por la carretera hacia su casa; pero ese día no sería uno de tantos.
Esa mañana mientras se dirigía a su hogar, más temprano que de costumbre, por el camino se percató que un carro muy parecido al de su esposa entraba a un motel y grande fue su sorpresa, al dar vuelta, que se trataba de ella misma en compañía de su mejor amigo. En un momento se paralizó, no supo que hacer poco a poco la rabia lo consumía, no quiso entrar a corroborar versiones pues era obvia la escena, puso en marcha su vehículo y muy de prisa con la ira en sus ojos de tan solo imaginar a los dos envueltos en esas sucias sábanas amándose y pensando desde cuanto tiempo atrás le estaban viendo la cara, con esa imagen en su cabeza fue a buscar refugio en un bar, tal era su enfado que ya no sentía que era él, estaba fuera de sitio, estaba desencajado.
Un trago, dos, e iba pensando en la forma de cobrar su venganza... 
tres, cuatro, y ¿si los mato a los dos? La policía pensará que fui consumido por la ira y el alcohol, dirán que no estuve bajo mis cinco sentidos...
cinco, seis, primero la mataré a ella con el puñal que guardo bajo la almohada, llegaré sin decir nada y cuando duerma zaz! justo en el corazón...
siete, ocho, pedía al mesero el trago con más contenido de alcohol que tuviese pues su ira era tal que el trago le parecía agua... 
nueve, diez, es hora de volver.
Llegó a casa ya muy entrada la noche, había tomado hasta no saber de sí, su esposa lo esperaba preocupada pero aliviada con su retorno, se hecho en su cama, y el sueño vino casi de inmediato y entre sueño y sueño recordó la escena, metió la mano y con torpes movimientos empuñó el arma, "esta será mi venganza" - se repetía una y otra vez alzó el puñal y sin ruido alguno lo clavó en el pecho de su esposa con un golpe seco y sin grito alguno... Fue entonces cuando despertó, no sintió ningún signo de resaca, se encontraba transpirando y agitado, y en la oscuridad de la habitación se decía "uf! que alivio! tan sólo fue un sueño, un terrible sueño!!!
Sí y en realidad sólo fue un sueño, el más terrible de los sueños ...
Buscó bajo su almohada el arma y no la halló, fue cuando extrañado de no encontrarla encendió la pequeña lámpara que tenía en su mesa de noche y grande fue su sorpresa que ésta se encontraba clavada en el pecho de su mujer que yacía inerte, víctima de su feroz pesadilla.





7 comentarios:

  1. ¿Que se puede esperar de un hombre que duerme con un puñal bajo su almohada? Nada bueno...
    Pesadillesco y mortal relato, Ana.
    Saludos, compañera.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por eso hay que tener cuidado con aquellos que cuando sueñan dan de patadas, manotazos no dejar a su alcance nada que ponga en peligro nuestra y su seguridad. Gracias por leer. Saludos.

      Eliminar
  2. El peligro duerme a nuestro lado. ¿Terror a la conocido?
    Excelente Ana.

    ResponderEliminar
  3. Me ha encantado como has jugado con las dos realidades, para hacer creer posible que la vida es un sueño y en ella, puede pasar cualquier cosa.

    Felicidades. Un saludo.

    ResponderEliminar
  4. Gracias Mila por venir aprecio mucho su comentario. Saludos

    ResponderEliminar
  5. Esto nos enseña una lección: nada de esconder armas bajo la almohada. Menudo relato, genial. Una historis de venganza dormida. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Eso sí, hay quienes duermen con el diablo bajo la almohada. Saludos.

    ResponderEliminar